El pescado blanco tiene hasta un 5% menos de grasa que los pescados grasos, como el blanco, por lo que son los recomendados para las digestiones ligeras o la introducción del pescado en la dieta infantil. Su carne es más magra, suave y contiene un menor número de espinas.
El pescado blanco aporta una cantidad alta de proteínas de calidad. También destaca por su alto contenido en Vitaminas D y minerales como el potasio, calcio, fósforo, hierro y yodo; fundamentales para el buen funcionamiento de nuestro organismo y afrontar el día a día con la energía necesaria.