Los pescados y mariscos son una deliciosa fuente de Omega 3 y deben consumirse durante toda el año para llevar una alimentación equilibrada. Pero en verano el calor favorece que las bacterias se desarrollen con más facilidad. Esto, unido a que se come en muchas ocasiones fuera (y escapa a nuestro control cómo se ha tratado ese alimento, cómo se ha manipulado o cuándo se ha cocinado) nos debería de poner alerta sobre las cosas que ingerimos. Por este motivo, vamos a daros algunos consejos para tratar de evitar estas intoxicaciones alimentarias en verano, especialmente si hablamos de pescado y marisco.
Para evitar intoxicaciones, usa el sentido común
Circulan muchos falsos mitos y verdades sobre las intoxicaciones. Sabemos que el marisco y el pescado son alimentos muy sensibles, y nos dicen mucho por su olor y aspecto. Así, un olor fresco y una piel brillante son señas de identidad de que el producto se puede consumir. Más concretamente, el caso de las conchas de algunos bivalvos como las almejas, los berberechos, etc, deben estar completamente cerradas a la hora de comprarlas ya que de lo contrario nos está indicando que el animal no está vivo.
No romper el ciclo de frío
Una vez se compre el marisco o el pescado no se puede tardar mucho en meterlo en nuestra nevera y a poder ser transportarlo de un punto a otro en una bolsa térmica. Aunque creamos que no pasa nada porque el alimento permanezca un tiempo a temperatura ambiente, esto no es así ya que es en ese momento cuando las bacterias se multiplican más rápido.
Higiene y cuidados en la cocina
Limpiar los instrumentos con los que manipulamos las piezas cada vez que los usamos ayuda a evitar la contaminación cruzada.
Además, aunque nos encante el pescado crudo o semicrudo, es recomendable en esta época cocinar los pescados a alta temperatura. Así nos aseguramos que muchas de las bacterias que puede contener desaparecen en el momento de la preparación.
En este sentido, debemos evitar el consumo de mariscos crudos o mal cocidos en lugares que no nos aporte mucha garantía. Los mariscos crudos o mal cocidos suelen ser el origen de de los brotes de gastroenteristis por la bacteria vibrio parahaemolyticus.
Si por el contrario queremos consumir pescado o algún marisco crudo o poco hecho, os recordamos que se debe congelar previamente durante al menos 24 horas para evitar la posible transmisión de anisakis. Las ostras, mejillones, almejas y demás moluscos bivalvos están libres de contener anisakis, por lo que en este sentido pueden consumirse en crudo.
Esperamos que estos consejos os hayan resultado útiles y que sobre todo os ayuden a evitar una posible intoxicación por pescado o marisco en mal estado.