Salvaguardar la salud cardiovascular es un bien para todos. Y está implícitamente relacionado con la alimentación. Por lo que cuidar lo que comemos es bueno para el corazón, como por ejemplo, tomar grasas llamadas buenas, las mejores para el corazón.
Grasas buenas y grasas malas
Las grasas buenas pueden sustituir a las grasas saturadas, también conocidas como malas (pero realmente son así cuando se consumen demasiadas) y las encontramos sobre todo en embutidos y carnes rojas. Esta sustitución se asocia a la reducción del riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular de hasta un 28% en el caso de las poliinsaturadas y de un 20% con las monoinsaturadas.
Estos datos responden a un estudio de la Harvard School of Public Health de Boston (EE.UU). Ya son notables las recomendaciones que proceden de la Organización Mundial de la Salud (OMS) respecto al consumo de grasas saturadas y las ‘trans‘ sobre los lípidos sanguíneos, pues siempre aconsejan comer mucho menos de éstas, y para el colesterol, es más beneficioso reemplazar estos dos tipos de grasas por insaturadas.
Está claro que todas las grasas no son malas. Las hay buenas, como aquellas grasas que encontramos en los pescados azules, por lo que las podemos ir sustituyendo las que hay en los embutidos y carnes rojas. El truco es simple, cambiar algo de dieta y reemplazar, poco a poco, y en la medida de lo posible las malas por las buenas. Por ejemplo emplear aceite de oliva y no mantequilla, tomar frutos secos, fruta natural, etc. Además, los pescados son muy ricos en vitaminas y minerales.
¿Cómo consumir las grasa buenas?
Algunas recomendaciones son desayunar una rebanada de pan con aceite y algo de pavo, aprovechar los beneficios del pescado azul, merendar yogur desnatado con frutos secos y aliñar las ensaladas siempre con aceite de oliva. Con ello, las grasas insaturadas contribuyen a mantener los niveles normales de colesterol sanguíneo, que está directamente relacionado con el aumento de desarrollar enfermedades cardiovasculares. Los ácidos grasos pueden prevenir el cáncer de mama.
Otra referencia es mantener una alimentación equilibrada combinada con una actividad física, para regular, de esta manera, el equilibrio entre organismo, cuerpo y mente de forma satisfactoria. Si tenemos dudas de cómo reducir las grasas saturadas y malas de nuestros hábitos diarios, podemos acudir a nuestro médico de cabecera que no hará un control de aquello que comemos.