La almeja rubia (Venerupis rhomboide) es una de las más conocidas que hay en Galicia, junto con la fina, la japónica y la babosa. Vive en aguas saladas a unos 5 - 30 cm de la superficie en fondos arenosos o fangosos, en los que se oculta y se alimenta de pequeños seres vivos por filtración de agua. Todas estas variedades de almeja poseen la misma forma ovalada que varían de tamaño y color.
La almeja rubia se denomina así por sus tonalidades rojizas y moradas que la diferencian de otras almejas. Sus líneas concéntricas, al igual que sus radios, poseen tonalidades muy dispares, formando unos dibujos característicos en forma de zigzag. Su concha es más lisa y brillante que otras almejas y asemeja estar pulida.
A pesar de que las almejas ya están depuradas, antes de cocinarlas es recomendable sumergirlas en agua fría con sal durante una hora para que se abran y suelten la arena que tienen en su interior. Se escurren y se lavan bien. Hay que comprobar que están todas vivas. Si alguna tiene las valvas abiertas está muerta.
La almeja rubia, además de su delicioso sabor destaca nutricionalmente por su alto contenido en minerales (hierro, potasio, selenio y calcio) y vitaminas: vitaminas B, especialmente la vitamina B12. Alimento ideal para reforzar nuestro sistema inmunológico y aumentar nuestras defensas. Recomendado para personas que padecen de anemia.
A continuación se preparan como se desee. Se pueden preparar al vapor, a la marinera, con arroz, en sopas de pescados o guisos. En cualquier caso, el tiempo de cocción deberá ser siempre mínimo y si se decide por abrirlas al vapor puede optar por poner una o dos hojas de laurel.
No aprovechar ni forzar las almejas que una vez cocidas siguen cerradas.